Por: Ruben Dario Carrillo B. I MVZ MSc. Nutrición Animal l Director Científico de Compañía California
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En el ámbito de la producción ganadera, resulta innegable que el yodo ejerce una influencia significativa en la eficiencia reproductiva de los bovinos. Este elemento, a menudo pasado por alto, desempeña un papel fundamental en diversos procesos fisiológicos de estos animales.
En este artículo, dirigido de manera específica a veterinarios y zootecnistas, exploraremos de manera detallada la relación directa entre la presencia adecuada de yodo y su impacto en la mejora de la reproducción bovina.
Al analizar en profundidad los aspectos científicos que vinculan el yodo con la eficiencia reproductiva, se revelarán perspectivas valiosas que pueden optimizar los protocolos de cría y elevar los estándares de producción ganadera.
El yodo en bovinos es necesario para el desarrollo normal de animales jóvenes, la fertilidad y la síntesis de las hormonas de la tiroides tanto en machos como en hembras, cuya función es permitir la utilización y distribución de la energía de los alimentos de los pastos y balanceados.
Cuando este elemento carece en el cuerpo del animal se produce el hipotiroidismo, el cual se considera una enfermedad silenciosa, ya que se diagnostica poco por las técnicas de laboratorio complejas y costosas que requiere.
En diferentes trabajos de investigación realizados en Colombia se logra concluir que cuando se administran productos que contienen yoduro de potasio la actividad ovárica se reinicia en 70% de los casos, antes de 40 días, y a la vez, se mejora la condición corporal de la vaca.
Adicional, otras investigaciones demuestran mejoramiento en la eficiencia reproductiva al suplementar yodo y selenio en vacas en programas de acortamiento de intervalo entre partos, reducción de los días abiertos y mejoramiento de la fertilidad en programas de transferencia de embriones.
¿Cómo funciona la Tiroxina?
La tiroxina es la hormona activa de la tiroides, contiene aproximadamente un 66% de yodo y su activación depende de la presencia de selenio en la dieta, por ende en la sangre.
La cantidad de yodo incorporado en hormonas tiroideas es aproximadamente 0.4 mg/día en terneros de 40 kilogramos y aumenta a 1.3 mg de yodo/día en novillas no gestantes de 400 kg. Las vacas en último tercio de gestación incorporan aproximadamente 1.5 mg de yodo/día para la síntesis de hormonas de la tiroides.
El 30 % del yodo de la dieta del bovino es utilizado por la glándula tiroides para sintetizar tiroxina y el 15 % es reciclado en el momento de la degradación de las hormonas de la tiroides. Por lo tanto, el requerimiento es aproximadamente de 0.6 mg de yodo por cada 100 kg de peso vivo.
Sin embargo, durante la lactancia se aumentan sus requerimientos, sobre todo en vacas de alta producción, donde la incorporación de yodo en síntesis de hormonas de la tiroides puede alcanzar de 4 a 4.5 mcg de yodo/día.
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Causas comunes del hipotiroidismo
En los rumiantes domésticos hay tres causas comunes de hipotiroidismo clínico, en las condiciones de manejo habituales:
- Pastoreo de forrajes con bajas concentraciones de yodo junto con la provisión de cantidades mínimas de alimento suplementario.
- Deficiencia de selenio.
- Ingestión de plantas bociogénicas, sobre todo los miembros de la familia brassica, bretones, los nabos y la col que contienen sustancias que inhiben o bloquean la utilización del yodo por la glándula tiroides.
Algunas leguminosas, como la leucaena, contiene un aminoácido, que es degradado por bacterias del rumen a una sustancia que afecta la utilización del yodo. Todas las plantas llamadas crucíferas contienen sustancias químicas en las semillas que bloquean también la utilización del yodo.
Existen también medicamentos veterinarios que pueden ser antitiroideos cuando se usan mal, como los corticosteroides, sulfas, anticonvulsivantes, furosemida, salicilatos como la fenilbutazona.
La alteración de las concentraciones de las hormonas de la tiroides y del yodo en la sangre se refleja en cambios en la energía como la glucosa, que se disminuye durante el hipotiroidismo y hay una mayor acumulación de ácido láctico en los músculos, generándose fatiga muscular.
En consecuencia, se afecta el crecimiento y la producción de leche.
¿Cómo diagnosticar la deficiencia de Yodo?
Ante la falta de yodo en la ración se tiene como resultado en algunos terneros, bocio por hipotiroidismo, el cual se puede diagnosticar fácilmente debido a que se observa un aumento en el tamaño de la glándula tiroides en terneros recién nacidos.
También se puede presentar nacimiento de terneros débiles o muertos, recordemos que la muerte fetal puede ocurrir en cualquier estado de gestación. En vacas se observa el hipotiroidismo cuando es reducida la fertilidad, presenta quistes ováricos, celos mudos o silenciosos y en machos se presenta una baja calidad espermática y alteración de la libido o deseo sexual.
El uso de sales con bajo contenido de yodo o sales expuestas al sol, agua y altas temperaturas, puede ocasionar este desorden, por lo que se recomienda una apropiada suplementación de este elemento.
Signos clínicos
Debido a que las hormonas tiroideas están involucradas en muchos procesos metabólicos, los signos clínicos de una deficiencia son variados e involucran diferentes sistemas del animal. Sin embargo, el síndrome clásico de hipotiroidismo en los rumiantes generalmente cursa con trastornos reproductivos tales como:
- Partos con crías muertas
- Crías débiles
- Abortos
- Mortalidad neonatal aumentada,
- Gestación prolongada
- Alteración de los ciclos de calores o celos
- En los animales jóvenes, provoca crecimiento deficiente y el desarrollo neurológico es alterado.
Otros signos clínicos, menos específicos, incluyen anemia, pérdida de apetito, escaso crecimiento, caída del pelo, pelo seco y quebradizo, piel engrosada, hiperpigmentación de la piel, intolerancia al frío, edemas, deformidad de los huesos y debilidad muscular.
Diversos autores relacionan el bocio con la presentación de problemas reproductivos en los ovinos, bovinos, equinos y caprinos.
Diagnóstico y tratamiento
Para el diagnóstico se sugiere considerar los siguientes aspectos: evaluar las concentraciones de yodo y selenio en forrajes, determinar niveles de yodo en la sangre y de hormonas de la tiroides.
Y como tratamiento se requiere suplementarlo vía inyectable con preparados con yodo y selenio y suministro de sales mineralizadas.
En conclusión…
Para los veterinarios y zootecnistas, comprender la importancia de mantener niveles adecuados de yodo en la dieta de los bovinos se traduce en la posibilidad de mejorar la salud reproductiva de los animales y, por ende, la productividad del rebaño en su conjunto.
Al aplicar un enfoque informado y basado en conocimientos científicos, se puede asegurar que los beneficios del yodo no pasen desapercibidos, impulsando así una cría de bovinos más saludable, sostenible y rentable.
En última instancia, al reconocer el papel esencial del yodo en la eficiencia reproductiva de los bovinos, estamos dando pasos hacia la optimización de las prácticas ganaderas y el bienestar animal.
Además, es fundamental destacar que en un campo tan dinámico como la medicina veterinaria y la zootecnia, mantenerse actualizado y en constante aprendizaje es esencial. La investigación en torno al yodo y su influencia en la eficiencia reproductiva de los bovinos sigue evolucionando y es a través de la colaboración y el intercambio de conocimientos con colegas que podemos estar al tanto de los últimos avances.
Formar una comunidad de veterinarios y zootecnistas comprometidos con la mejora continua no solo enriquece nuestros propios conocimientos, sino que también nos permite contribuir a la evolución y el progreso de la industria ganadera en Colombia y Latinoamérica.
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Trabajos de investigación
Universidad Nacional por los Dres Cruz A y Ramírez, Campos en 1994, Piedrahita y colaboradores en 1982, Díaz y colaboradores en 1993, Monsalve M, colaboradores en 1993 y por el ICA en 1987 por los Dres Ramos J. y Gerardino A.
Los Dres Villarraga A., (U. Tolima, 1990), Dres Gómez C, Uribe R (ULS Bogotá, 2000), Carrillo R, Sanabria C (UCC Bucaramanga, 2003), los Dres German H. Marín C, Valencia P (UNISARC, 2008).
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